A falta de noticias oficiales sobre los grandes temas que preocupan al valencianismo (desde luego no estoy hablando del partido de la selección o el del sábado contra el Levante) ayer por la tarde me fuí a la peluquería.
Y es que mis peluqueros son unos cracks y no sólo en su oficio. Por sus hábiles manos pasa, de vez en cuando, la flor y nata del valencianismo: algunos periodistas deportivos, dirigentes, técnicos y jugadores, todos ellos en activo o no en el club, además de muchos aficionados valencianistas de cualquier clase y condición. Mi peluquería es un lugar fantástico donde cualquier valencinista se lo puede pasar en grande. El valencianismo real, seguramente, sobrevive a la actualidad del club en sitios como este.
El cotilleo estrella -que ayer era la comidilla del local- era el que "soltó" otro cliente sentado unos metros a mi izquierda y que, al parecer, en su faceta laboral de asesor inmobiliario internacional (creo) había coincidido en un vuelo París-Roma con unos altos ejecutivos valencianistas -cuyo nombre no desvelaré no sea que este chismorreo sea un "cuento chino"-, concretamente, el cliente en cuestión contaba que viajaba sentado detrás de ellos en el avión (y al parecer escuchando atentamente pues en un avión se puede escuchar bien poco lo que dicen delante de tí). Sigo y resumo. Aprovechando su posición en el avión logró escuchar a uno de ellos decir que sí por él fuera "el holandés" ya estaría fichado pero que, como él que pone el dinero no se decide, al final al "holandés" se lo va a llevar el Inter, el Barça o va a costar una pasta. Quede claro que, seguramente, todo esto no es más que un chisme para pasar un rato divertido pero... ¡a falta de pan!
Yo lo más cerca que he viajado de un famoso valenciano en un avión ha sido de nuestra señora Alcaldesa, lástima.
Mi señora me pregunta por que voy a una peluquería tan alejada de mi domicilio. Yo se lo explico, pero no me entiende.
Ben cordialment